Drogadicción en la Adolescencia
miércoles, 26 de noviembre de 2014
HISTORIAS DE LA VIDA REAL PARTE 2
MARIHUANA
“Empecé a consumirla en una fiesta, tras un desafío de un ‘buen’ amigo que dijo que yo era demasiado gallina para fumar mota y beberme un litro de cerveza. Yo tenía catorce años en aquel entonces. Después de 7 años de consumir drogas y beber, me encontré a mí mismo al final del camino siendo adicto. Ya no consumía más para sentir euforia, sólo consumía para sentir alguna apariencia de normalidad. Entonces empecé a tener sentimientos negativos sobre mí mismo y mis propias habilidades. Odiaba la paranoia. Odiaba que me miraran por encima del hombro todo el tiempo. Realmente odiaba no confiar en mis amigos.
“Me volví tan paranoico que aparté de mi vida a todos y me encontré a mí mismo en un terrible lugar en donde nadie quiere estar: yo estaba solo. Me levantaba por la mañana, tomaba drogas y continuaba tomándolas durante el día”. —Paul
“Me dieron mi primer toque de mota en el recreo de mi colegio. Ahora soy un adicto a la heroína, y acabo de finalizar mi octavo tratamiento de rehabilitación”. —Christian
“El profesor del colegio al que iba fumaba tres o cuatro toques de mota diarios. Consiguió que muchos de los estudiantes empezaran a fumar mota, incluyéndome a mí. Él me incitó a usar heroína, lo cual hice sin resistencia. Para entonces, era como si mi consciencia estuviera realmente muerta”. —Veronique
“Me volví tan paranoico que aparté de mi vida a todos y me encontré a mí mismo en un terrible lugar en donde nadie quiere estar: yo estaba solo. Me levantaba por la mañana, tomaba drogas y continuaba tomándolas durante el día”. —Paul
“Me dieron mi primer toque de mota en el recreo de mi colegio. Ahora soy un adicto a la heroína, y acabo de finalizar mi octavo tratamiento de rehabilitación”. —Christian
“El profesor del colegio al que iba fumaba tres o cuatro toques de mota diarios. Consiguió que muchos de los estudiantes empezaran a fumar mota, incluyéndome a mí. Él me incitó a usar heroína, lo cual hice sin resistencia. Para entonces, era como si mi consciencia estuviera realmente muerta”. —Veronique
ALCOHOL
“Cuando tenía 13 años, mis amigos se reían de mí si no tomaba una copa. Me dejé llevar porque era más fácil unirse al grupo.
"Yo era muy infeliz y sólo bebía para escapar de mi vida. Salía cada vez menos y por eso empecé a perder a mis amigos, y cuanto más sola me sentía, más bebía. Era violenta y estaba fuera de control. Nunca supe lo que estaba haciendo. Estaba haciendo trizas a mi familia.
Expulsada de mi casa a los 16 años, me convertí en una indigente y comencé a pedir limosna para comprar bebida. Después de años de consumo, los médicos me dijeron que mi salud había sufrido un daño irreparable.
Tenía sólo 16 años pero mi hígado estaba seriamente dañado y estuve muy cerca de matarme debido a todo lo que estaba bebiendo”. —Samantha
“Para cuando cumplí 25 años, ya estaba enganchado a la bebida.
“Muchas de mis prioridades tenían que ver con la bebida, y todo lo demás aparecía en segundo lugar. Comencé a darme cuenta de que cuando no tenía qué tomar, tenía una sensación de pánico y empezaba a temblar.
“Si tenía que estar sin beber, empezaba a temblar y a sudar. No podía estar más de unas cuantas horas sin una bebida”. —Paul
“En el transcurso del último año he ido a trabajar borracho, me he desmayado en clubes y bares y sin recordar cómo llegué a mi casa. De forma vergonzosa, me acosté con alguien y ni siquiera podía recordar a esta persona cuando llegó a casa conmigo, hasta que nos topamos frente a frente al día siguiente.
“He destruido ya dos relaciones de pareja por la forma en que llegué a herir a mis parejas cuando estaba bajo el efecto del alcohol, pero le di prioridad a la bebida. Mi familia está muy lastimada debido a que su hija se está matando sin una razón aparente”. —Jamie
“Cuando decidí dejar de beber, me di cuenta de que el alcohol se había adueñado de mi cuerpo de tal manera que no podía parar. Solía temblar como si me fuera a romper, comenzaba a sudar y no podía pensar hasta que tomaba otra copa. No podía funcionar sin la bebida.
“Pasé los siguientes años entrando y saliendo de hospitales y clínicas de desintoxicación, tratando de entender qué me había sucedido, cómo era posible que no pudiera dejarlo. Fue la peor y más larga pesadilla que he tenido en mi vida”. —Jan
“Mi adicción se mantuvo a un ritmo constante y, antes de darme cuenta, me había convertido en una bebedora tanto matutina como vespertina. Decidí dejar de beber. Me quedé despierta casi toda esa noche, y al mediodía siguiente me dolían todos los huesos del cuerpo. Cegada por el pánico y los nervios, me serví un vaso lleno de ginebra, mis manos temblaban de forma tan violenta que derramé la mitad de la botella. A medida que bebía, pude sentir cómo la agonía se aliviaba de forma gradual. Entonces, finalmente supe la terrible verdad: Estaba enganchada a la bebida. Y no podía dejarla”. —Faye
"Yo era muy infeliz y sólo bebía para escapar de mi vida. Salía cada vez menos y por eso empecé a perder a mis amigos, y cuanto más sola me sentía, más bebía. Era violenta y estaba fuera de control. Nunca supe lo que estaba haciendo. Estaba haciendo trizas a mi familia.
Expulsada de mi casa a los 16 años, me convertí en una indigente y comencé a pedir limosna para comprar bebida. Después de años de consumo, los médicos me dijeron que mi salud había sufrido un daño irreparable.
Tenía sólo 16 años pero mi hígado estaba seriamente dañado y estuve muy cerca de matarme debido a todo lo que estaba bebiendo”. —Samantha
“Para cuando cumplí 25 años, ya estaba enganchado a la bebida.
“Muchas de mis prioridades tenían que ver con la bebida, y todo lo demás aparecía en segundo lugar. Comencé a darme cuenta de que cuando no tenía qué tomar, tenía una sensación de pánico y empezaba a temblar.
“Si tenía que estar sin beber, empezaba a temblar y a sudar. No podía estar más de unas cuantas horas sin una bebida”. —Paul
“En el transcurso del último año he ido a trabajar borracho, me he desmayado en clubes y bares y sin recordar cómo llegué a mi casa. De forma vergonzosa, me acosté con alguien y ni siquiera podía recordar a esta persona cuando llegó a casa conmigo, hasta que nos topamos frente a frente al día siguiente.
“He destruido ya dos relaciones de pareja por la forma en que llegué a herir a mis parejas cuando estaba bajo el efecto del alcohol, pero le di prioridad a la bebida. Mi familia está muy lastimada debido a que su hija se está matando sin una razón aparente”. —Jamie
“Cuando decidí dejar de beber, me di cuenta de que el alcohol se había adueñado de mi cuerpo de tal manera que no podía parar. Solía temblar como si me fuera a romper, comenzaba a sudar y no podía pensar hasta que tomaba otra copa. No podía funcionar sin la bebida.
“Pasé los siguientes años entrando y saliendo de hospitales y clínicas de desintoxicación, tratando de entender qué me había sucedido, cómo era posible que no pudiera dejarlo. Fue la peor y más larga pesadilla que he tenido en mi vida”. —Jan
“Mi adicción se mantuvo a un ritmo constante y, antes de darme cuenta, me había convertido en una bebedora tanto matutina como vespertina. Decidí dejar de beber. Me quedé despierta casi toda esa noche, y al mediodía siguiente me dolían todos los huesos del cuerpo. Cegada por el pánico y los nervios, me serví un vaso lleno de ginebra, mis manos temblaban de forma tan violenta que derramé la mitad de la botella. A medida que bebía, pude sentir cómo la agonía se aliviaba de forma gradual. Entonces, finalmente supe la terrible verdad: Estaba enganchada a la bebida. Y no podía dejarla”. —Faye
ÉXTASIS
“En una fiesta rave, vi a un chico, que se había atiborrado de éxtasis, repetir durante horas: ‘Soy una naranja, no me peles, soy una naranja no me peles’. Y otro chico pensaba que era una mosca y no dejaba de golpear su cabeza contra la ventana”. —Liz
Los raves están bien, siempre y cuando no consumas éxtasis. Pero tan pronto como empieces, pensarás que las personas que te aconsejan que lo dejes son idiotas. Comienzas a creer que has encontrado algo maravilloso y que los demás no deberían decirte lo contrario. Cuando te empieza a gustar el éxtasis, es demasiado tarde: estás hundido”. —Pat
“Afortunadamente, estoy viva, pero me quedan los días, meses y años después del trauma. Tendré que afrontar toda mi vida lo que me ha hecho. Lo he experimentado todo; cualquier cosa que puedas imaginar.
Depresión, ansiedad, estrés, pesadillas recurrentes por la noche y horribles dolores de cabeza, etc., son algunas de las cosas que me afectaron después de que tomé éxtasis. Estuve a punto de morir. Sólo hizo falta una noche, unas pocas pastillas [de éxtasis], y beber alcohol. Esta droga es realmente fatal, y en verdad doy las gracias por estar viva. No puedo describir lo difícil que es hacer frente a estas pesadillas todo el tiempo. Me despierto empapada en sudor y dando gracias a Dios, y estar tan agradecida que no es más que otra pesadilla. Rezo para que en un momento las pesadillas se desvanezcan. Ninguna droga merece la pena por el viaje”. —Liz
“Oigo a mucha gente hablar sobre el éxtasis, llamándola una droga divertida, inofensiva. Todo lo que puedo pensar es: si tan sólo ellos supieran.
En cinco meses, pasé de vivir de una manera responsable mientras perseguía mi sueño, al de una persona a quien no le importaba absolutamente nada. Y cuanto más alto subía, más profundo me hundía en un lugar oscuro y solitario. Cuando lograba dormir, tenía pesadillas y espasmos. Tenía la piel pálida, la cabeza tambaleante y principios de paranoia, pero ignoraba todo, pensando que era normal. Hasta que una noche pensé que me estaba muriendo.
El éxtasis se llevó mi fuerza, mi motivación, mis sueños, mis amigos, mi apartamento, mi dinero y más que nada se llevó mi cordura. Me preocupo sobre mi futuro y sobre mi salud todos los días. Tengo muchas montañas frente a mí, pero pretendo seguir escalándolas porque soy una de esas afortunadas. —Lynn
“El éxtasis me volvió loca. Un día mordí cristal como si estuviera mordiendo una manzana. Tuve que tener la boca llena de pedazos de cristal para darme cuenta de lo que me estaba pasando. Otro día estuve rompiendo trapos con los dientes durante una hora”. —Ann
Los raves están bien, siempre y cuando no consumas éxtasis. Pero tan pronto como empieces, pensarás que las personas que te aconsejan que lo dejes son idiotas. Comienzas a creer que has encontrado algo maravilloso y que los demás no deberían decirte lo contrario. Cuando te empieza a gustar el éxtasis, es demasiado tarde: estás hundido”. —Pat
“Afortunadamente, estoy viva, pero me quedan los días, meses y años después del trauma. Tendré que afrontar toda mi vida lo que me ha hecho. Lo he experimentado todo; cualquier cosa que puedas imaginar.
Depresión, ansiedad, estrés, pesadillas recurrentes por la noche y horribles dolores de cabeza, etc., son algunas de las cosas que me afectaron después de que tomé éxtasis. Estuve a punto de morir. Sólo hizo falta una noche, unas pocas pastillas [de éxtasis], y beber alcohol. Esta droga es realmente fatal, y en verdad doy las gracias por estar viva. No puedo describir lo difícil que es hacer frente a estas pesadillas todo el tiempo. Me despierto empapada en sudor y dando gracias a Dios, y estar tan agradecida que no es más que otra pesadilla. Rezo para que en un momento las pesadillas se desvanezcan. Ninguna droga merece la pena por el viaje”. —Liz
“Oigo a mucha gente hablar sobre el éxtasis, llamándola una droga divertida, inofensiva. Todo lo que puedo pensar es: si tan sólo ellos supieran.
En cinco meses, pasé de vivir de una manera responsable mientras perseguía mi sueño, al de una persona a quien no le importaba absolutamente nada. Y cuanto más alto subía, más profundo me hundía en un lugar oscuro y solitario. Cuando lograba dormir, tenía pesadillas y espasmos. Tenía la piel pálida, la cabeza tambaleante y principios de paranoia, pero ignoraba todo, pensando que era normal. Hasta que una noche pensé que me estaba muriendo.
El éxtasis se llevó mi fuerza, mi motivación, mis sueños, mis amigos, mi apartamento, mi dinero y más que nada se llevó mi cordura. Me preocupo sobre mi futuro y sobre mi salud todos los días. Tengo muchas montañas frente a mí, pero pretendo seguir escalándolas porque soy una de esas afortunadas. —Lynn
“El éxtasis me volvió loca. Un día mordí cristal como si estuviera mordiendo una manzana. Tuve que tener la boca llena de pedazos de cristal para darme cuenta de lo que me estaba pasando. Otro día estuve rompiendo trapos con los dientes durante una hora”. —Ann
COCAÍNA
“Crees que la coca aumentará tus percepciones, que te permitirá superarte a ti mismo, que serás capaz de controlar cosas. Es una crueldad sin sentido. Después de un tiempo, dejas de pagar tus facturas, no te bañas más, abandonas a tus amigos y a tu familia. Te llegas a quedar sólo y desvalido”. —Nigel
“Con la coca, eres como una palomilla atrapada en una lámpara. Te atrae más y más y no te puedes detener. No es algo físico. Esto está en tu cabeza. Mientras más tienes, más consumes. Yo me la he inyectado a mí misma cada diez minutos. Pedí un préstamo en el banco para comprarla. Un día quedé desempleada. Esto estaba peor. Solía inyectarme todo el tiempo. Esta cosa me volvió demente. Yo lo sabía, pero continué. Me volví un fracaso total”. —Marilyn
“Mi amigo tomó drogas durante cuatro años, tres de los cuales fueron drogas duras como la cocaína, el LSD, la morfina y muchos antidepresivos y analgésicos. Realmente cualquier cosa que pudiera caer en sus manos. Se quejaba todo el tiempo de terribles dolores en su cuerpo y simplemente se puso peor y peor, hasta que finalmente fue a ver a un doctor.
El doctor le dijo que no había nada que se pudiera hacer por él y que debido al deterioro de su cuerpo, no viviría mucho tiempo más. En pocos días, estaba muerto”. —Wayne
“Ya no tenía más futuro. No podía ver cómo escapar de mi dependencia a la cocaína. Estaba perdida. Estaba que explotaba y era incapaz de pararme en el consumo y abuso continuo de la cocaína. Tenía alucinaciones en las que animales se arrastraban bajo mi piel. Los sentía cada vez que me inyectaba y me rascaba con la punta de la jeringa hasta que empezaba a sangrar, tratando de hacerlos salir. Una vez estuve sangrando tanto que me tuvieron que llevar al hospital”. —Susan
“No toques la cocaína. Perdí dos años de mi vida en la cárcel a causa de esta droga. Y cuando salí, la vida era tan dura que empecé a tomar la droga de nuevo. Conozco diez chicas que se volvieron prostitutas a causa de la coca. Es mucho más peligrosa y degradante de lo que creemos. En ese momento no nos damos cuenta del grado en que nos está destruyendo”. —Shawne
“Con la coca, eres como una palomilla atrapada en una lámpara. Te atrae más y más y no te puedes detener. No es algo físico. Esto está en tu cabeza. Mientras más tienes, más consumes. Yo me la he inyectado a mí misma cada diez minutos. Pedí un préstamo en el banco para comprarla. Un día quedé desempleada. Esto estaba peor. Solía inyectarme todo el tiempo. Esta cosa me volvió demente. Yo lo sabía, pero continué. Me volví un fracaso total”. —Marilyn
“Mi amigo tomó drogas durante cuatro años, tres de los cuales fueron drogas duras como la cocaína, el LSD, la morfina y muchos antidepresivos y analgésicos. Realmente cualquier cosa que pudiera caer en sus manos. Se quejaba todo el tiempo de terribles dolores en su cuerpo y simplemente se puso peor y peor, hasta que finalmente fue a ver a un doctor.
El doctor le dijo que no había nada que se pudiera hacer por él y que debido al deterioro de su cuerpo, no viviría mucho tiempo más. En pocos días, estaba muerto”. —Wayne
“Ya no tenía más futuro. No podía ver cómo escapar de mi dependencia a la cocaína. Estaba perdida. Estaba que explotaba y era incapaz de pararme en el consumo y abuso continuo de la cocaína. Tenía alucinaciones en las que animales se arrastraban bajo mi piel. Los sentía cada vez que me inyectaba y me rascaba con la punta de la jeringa hasta que empezaba a sangrar, tratando de hacerlos salir. Una vez estuve sangrando tanto que me tuvieron que llevar al hospital”. —Susan
“No toques la cocaína. Perdí dos años de mi vida en la cárcel a causa de esta droga. Y cuando salí, la vida era tan dura que empecé a tomar la droga de nuevo. Conozco diez chicas que se volvieron prostitutas a causa de la coca. Es mucho más peligrosa y degradante de lo que creemos. En ese momento no nos damos cuenta del grado en que nos está destruyendo”. —Shawne
COCAÍNA CRACK
“Viví con un adicto al crack casi un año. Amaba a ese adicto, que era mi novio, con todo el corazón pero yo no podía continuar más así.
Mi ex novio robaba sin cesar y no podía separarse de su pipa. Creo que el crack es más maligno que la heroína: una pipa puede ser todo lo que se necesita para volverte un monstruo inmoral”. —Audrey
“Había adquirido un hábito de 2,000 dólares en crack a la semana y quería librarme desesperadamente de las cadenas”. —Jennifer
“Lo único que estaba en mi mente era el crack. Y si alguien te ofrece un poco, saltas y lo tomas. Es como ofrecer un pan a un hombre hambriento que caminó kilómetros. Las cosas llegaron a un punto crítico para mí cuando había estado fumando constantemente un par de semanas. Un día simplemente decidí que estaba harto, no podía continuar viviendo así y traté de suicidarme. Voy a tener que tratar de luchar. Espero que mis instintos de supervivencia empiecen a funcionar”. —John
“En los años sesenta yo no había probado nunca las drogas y bebía sólo socialmente, pero nunca en exceso. Me retiré como un ejecutivo de éxito empresarial que había pagado la universidad de sus dos hijas y me había ganado la jubilación. Mi fiesta de jubilación fue, sin embargo, el comienzo de cinco años de infierno. Fue entonces cuando me invitaron a probar el crack por primera vez. Durante los siguientes cinco años, perdí mi casa, mi esposa, todos mis recursos financieros, mi salud, y casi, mi vida. También pasé dos años en prisión”.—William
“Me inicié fumando cocaína crack y en ese momento fue cuando todo dejó de funcionar. Salía con personas a las que entonces consideraba verdaderas amistades íntimas. Sabes, es cierto lo que dicen sobre el crack: cuando tomas la primera dosis, nunca jamás volverás a estar tan eufórico… Me arruinó completamente. Tomó el control total sobre mí. La cocaína crack ha arruinado mi reputación, mi autoestima y mi amor propio”. —Dennis
Mi ex novio robaba sin cesar y no podía separarse de su pipa. Creo que el crack es más maligno que la heroína: una pipa puede ser todo lo que se necesita para volverte un monstruo inmoral”. —Audrey
“Había adquirido un hábito de 2,000 dólares en crack a la semana y quería librarme desesperadamente de las cadenas”. —Jennifer
“Lo único que estaba en mi mente era el crack. Y si alguien te ofrece un poco, saltas y lo tomas. Es como ofrecer un pan a un hombre hambriento que caminó kilómetros. Las cosas llegaron a un punto crítico para mí cuando había estado fumando constantemente un par de semanas. Un día simplemente decidí que estaba harto, no podía continuar viviendo así y traté de suicidarme. Voy a tener que tratar de luchar. Espero que mis instintos de supervivencia empiecen a funcionar”. —John
“En los años sesenta yo no había probado nunca las drogas y bebía sólo socialmente, pero nunca en exceso. Me retiré como un ejecutivo de éxito empresarial que había pagado la universidad de sus dos hijas y me había ganado la jubilación. Mi fiesta de jubilación fue, sin embargo, el comienzo de cinco años de infierno. Fue entonces cuando me invitaron a probar el crack por primera vez. Durante los siguientes cinco años, perdí mi casa, mi esposa, todos mis recursos financieros, mi salud, y casi, mi vida. También pasé dos años en prisión”.—William
“Me inicié fumando cocaína crack y en ese momento fue cuando todo dejó de funcionar. Salía con personas a las que entonces consideraba verdaderas amistades íntimas. Sabes, es cierto lo que dicen sobre el crack: cuando tomas la primera dosis, nunca jamás volverás a estar tan eufórico… Me arruinó completamente. Tomó el control total sobre mí. La cocaína crack ha arruinado mi reputación, mi autoestima y mi amor propio”. —Dennis
METANFETAMINA DE CRISTAL
“Mi vida se salió de control después de una simple ‘salida nocturna de chicas’ para aliviar el aburrimiento. Después de que la probé por primera vez a los cuarenta años, durante tres años estuve inyectándome metanfetamina. Dejé a mi esposo y tres hijos (de diez, doce y quince años) y terminé viviendo en la calle”. —Marie
“El dinero de la asistencia social no era suficiente para pagar nuestro hábito de metanfetamina y mantener a nuestro hijo, así que convertimos nuestra casa alquilada en un laboratorio de metanfetamina. Almacenábamos productos químicos tóxicos en el refrigerador sin saber que las toxinas impregnarían los alimentos en la nevera.
“Cuando le di a mi hijo de tres años algo de queso para comer, no sabía que le estaba dando comida envenenada. Estaba demasiado drogada con la metanfetamina para darme cuenta, hasta horas después, que mi hijo estaba mortalmente enfermo. Pero en ese momento estaba tan drogada que tardé dos horas en llevarlo al hospital, a ocho kilómetros de allí. Para cuando llegué a la sala de urgencias me dijeron que mi hijo había muerto de una dosis letal de hidróxido de amoníaco, uno de los productos químicos usados para hacer metanfetamina”. —Melanie
La metanfetamina de cristal era mi droga favorita, pero había otras: baratas, fáciles de conseguir, fácil de engancharse a ellas, y por supuesto, fáciles de usar. Probé la droga una vez y ¡PUM! Me enganché. Una de las cosas principales a las que esto afectó fue mi carrera musical. Tenía una banda fenomenal y tocaba una música fenomenal y tenía buenos miembros que no sólo eran miembros de la banda sino además mis mejores amigos. Todo esto cambió cuando comencé a consumir metanfetaminas”. —Brad
“El dinero de la asistencia social no era suficiente para pagar nuestro hábito de metanfetamina y mantener a nuestro hijo, así que convertimos nuestra casa alquilada en un laboratorio de metanfetamina. Almacenábamos productos químicos tóxicos en el refrigerador sin saber que las toxinas impregnarían los alimentos en la nevera.
“Cuando le di a mi hijo de tres años algo de queso para comer, no sabía que le estaba dando comida envenenada. Estaba demasiado drogada con la metanfetamina para darme cuenta, hasta horas después, que mi hijo estaba mortalmente enfermo. Pero en ese momento estaba tan drogada que tardé dos horas en llevarlo al hospital, a ocho kilómetros de allí. Para cuando llegué a la sala de urgencias me dijeron que mi hijo había muerto de una dosis letal de hidróxido de amoníaco, uno de los productos químicos usados para hacer metanfetamina”. —Melanie
La metanfetamina de cristal era mi droga favorita, pero había otras: baratas, fáciles de conseguir, fácil de engancharse a ellas, y por supuesto, fáciles de usar. Probé la droga una vez y ¡PUM! Me enganché. Una de las cosas principales a las que esto afectó fue mi carrera musical. Tenía una banda fenomenal y tocaba una música fenomenal y tenía buenos miembros que no sólo eran miembros de la banda sino además mis mejores amigos. Todo esto cambió cuando comencé a consumir metanfetaminas”. —Brad
INHALANTES
“Realmente me encontré a mí mismo hablando con lo que llamo ‘amigos del gas’ (las alucinaciones). Un día estaba inhalando y pensé que mi amigo había muerto porque me vino la alucinación de él. Me encontré inhalando no sólo por las visiones, si no por la compañía de estos ‘amigos’ imaginarios, que vendrían a mí cuando comenzara a inhalar. He estado luchando con esta adicción por cerca de siete meses”. —Erik
“Durante tres días un amigo me dio pegamento gratuitamente. El cuarto día me pidió dinero. Para entonces yo era adicto y tuve que darle el dinero para conseguir un tubo de pegamento. Yo necesitaba varios tubos de pegamento al día”. —Marty
“Durante catorce años y medio, era una progresión constante de la inhalación de pegamento, oler gases, hongos mágicos... Entonces comencé con el cannabis. Me gastaba mi dinero en todo el cannabis que podía conseguir. Entonces ya tenía edad para ir a las discotecas, así que empecé ahí con anfetaminas y éxtasis.
Empecé a pasar el rato con gente que tomaba heroína y pronto yo la estaba usando más y más hasta ser adicta. No tenía ni idea del daño que me causaría más adelante. Que estaría cumpliendo una sentencia de prisión tras otra, robando en las casas de la gente, robando a mi familia. Todo el dolor y la angustia que causé fue peor que robarles las cosas materiales”. —Jamie
“Jason había estado en casa de un amigo, inhalando pegamento o líquido para encendedores, tal vez ambas cosas. En el camino de regreso a la escuela, Jason empezó a desmayarse. Finalmente, se cayó y nunca se levantó. Para cuando pudieron llevarlo al hospital, ya era demasiado tarde”. —Cathy, madre
Mañana es el sexto aniversario de la muerte de nuestro hijo Justin. Tenía dieciséis años. Murió por inhalar ambientador, un acto de abuso de inhalantes. Su muerte sin sentido sacudió el mundo de todos los que le conocían. Justin era un estudiante con honores que amaba la vida y la abrazaba con entusiasmo. Él fue una fuente de inspiración para muchos. Siempre me perseguirá la pregunta de si Justin estaría todavía hoy con nosotros si hubiera sabido de los riesgos que estaba corriendo”. —Jackie, madre
“Durante tres días un amigo me dio pegamento gratuitamente. El cuarto día me pidió dinero. Para entonces yo era adicto y tuve que darle el dinero para conseguir un tubo de pegamento. Yo necesitaba varios tubos de pegamento al día”. —Marty
“Durante catorce años y medio, era una progresión constante de la inhalación de pegamento, oler gases, hongos mágicos... Entonces comencé con el cannabis. Me gastaba mi dinero en todo el cannabis que podía conseguir. Entonces ya tenía edad para ir a las discotecas, así que empecé ahí con anfetaminas y éxtasis.
Empecé a pasar el rato con gente que tomaba heroína y pronto yo la estaba usando más y más hasta ser adicta. No tenía ni idea del daño que me causaría más adelante. Que estaría cumpliendo una sentencia de prisión tras otra, robando en las casas de la gente, robando a mi familia. Todo el dolor y la angustia que causé fue peor que robarles las cosas materiales”. —Jamie
“Jason había estado en casa de un amigo, inhalando pegamento o líquido para encendedores, tal vez ambas cosas. En el camino de regreso a la escuela, Jason empezó a desmayarse. Finalmente, se cayó y nunca se levantó. Para cuando pudieron llevarlo al hospital, ya era demasiado tarde”. —Cathy, madre
Mañana es el sexto aniversario de la muerte de nuestro hijo Justin. Tenía dieciséis años. Murió por inhalar ambientador, un acto de abuso de inhalantes. Su muerte sin sentido sacudió el mundo de todos los que le conocían. Justin era un estudiante con honores que amaba la vida y la abrazaba con entusiasmo. Él fue una fuente de inspiración para muchos. Siempre me perseguirá la pregunta de si Justin estaría todavía hoy con nosotros si hubiera sabido de los riesgos que estaba corriendo”. —Jackie, madre
HEROÍNA
“La heroína me alejó del resto del mundo. Mis padres me echaron. Ni mis amigos ni mis hermanos querían verme más. Estaba completamente sola”. —Suzanne
“Desde el día que comencé a usarla, nunca paré. A la primera semana ya había pasado de inhalarla por la nariz a inyectármela. Al mes ya era adicta a ella y me gasté todo mi dinero. Vendí todo lo que poseía de valor y al final todo lo que mi madre poseía. Al año, lo había perdido todo.
“Vendí mi coche, perdí mi trabajo, me echaron de casa de mi madre, y tenía una deuda en tarjetas de crédito por valor de 25 mil dólares, y vivía en las calles de Camden, Nueva Jersey. Mentí, robé, engañé.
“Fui violada, golpeada, asaltada, maltratada, arrestada, no tenía casa, estaba enferma y desesperada. Sabía que nadie podía vivir así por mucho tiempo, y que la muerte era inminente. Y de cualquier manera, la muerte era mejor que vivir como una adicta”. —Alison
“Las Drogas dan como resultado la muerte. Si tú no haces algo para salirte de ellas vas a terminar muerto. Ser un adicto a las drogas es como estar preso. Al principio, piensas que las drogas son tus amigas (puede parecer que te ayudan a escapar de las cosas o los sentimientos que te molestan). Pero pronto encontrarás que te levantas por las mañanas pensando solamente en las drogas.
“Todo tu día se centra en conseguir o consumir drogas. Andas drogado toda la tarde. Por la noche tomas heroína para poder dormir. Y sólo vives para eso. Estás en una prisión. Te golpeas la cabeza contra la pared, sin parar, pero no llegas a ninguna parte. Al final, tu prisión se vuelve tu tumba”. —Sabrina
“Desde el día que comencé a usarla, nunca paré. A la primera semana ya había pasado de inhalarla por la nariz a inyectármela. Al mes ya era adicta a ella y me gasté todo mi dinero. Vendí todo lo que poseía de valor y al final todo lo que mi madre poseía. Al año, lo había perdido todo.
“Vendí mi coche, perdí mi trabajo, me echaron de casa de mi madre, y tenía una deuda en tarjetas de crédito por valor de 25 mil dólares, y vivía en las calles de Camden, Nueva Jersey. Mentí, robé, engañé.
“Fui violada, golpeada, asaltada, maltratada, arrestada, no tenía casa, estaba enferma y desesperada. Sabía que nadie podía vivir así por mucho tiempo, y que la muerte era inminente. Y de cualquier manera, la muerte era mejor que vivir como una adicta”. —Alison
“Las Drogas dan como resultado la muerte. Si tú no haces algo para salirte de ellas vas a terminar muerto. Ser un adicto a las drogas es como estar preso. Al principio, piensas que las drogas son tus amigas (puede parecer que te ayudan a escapar de las cosas o los sentimientos que te molestan). Pero pronto encontrarás que te levantas por las mañanas pensando solamente en las drogas.
“Todo tu día se centra en conseguir o consumir drogas. Andas drogado toda la tarde. Por la noche tomas heroína para poder dormir. Y sólo vives para eso. Estás en una prisión. Te golpeas la cabeza contra la pared, sin parar, pero no llegas a ninguna parte. Al final, tu prisión se vuelve tu tumba”. —Sabrina
LSD
“A la edad de dieciséis años me presentaron una droga que consumí durante más de tres años: LSD. Lo que no sabía era que el LSD es el alucinógeno más potente conocido por el hombre.
“La droga venía en un pequeño pedazo de papel no mayor que mi dedo índice, llamado secante. Quince minutos después de ponerme el papel en la lengua todo el cuerpo se me calentó y empecé a sudar.
“Otras reacciones que experimenté mientras tomaba la droga incluían pupilas dilatadas, náusea y piel de gallina. Mientras estaba drogada con LSD sentía como si hubiera una enorme distorsión en mi cuerpo y en mi mente. Los cambios visuales, al igual que los extremos cambios de humor eran como un extraño viaje de terror, uno en el que sentía que no tenía control de mi cuerpo ni de mi mente”. —Edith
“Me gustaba andar varios días de juerga. Con el tiempo había perdido mucho peso, parecía como un muerto viviente y era una vergüenza para todos los que me amaban”. —Tom
“A los trece años de edad tomé mi primer trago, y poco después empecé con la marihuana. Entonces el LSD rápidamente cayó en mis manos y me convertí en adicta, consumiéndolo como si fuera un dulce.
“Una noche durante una de mis juergas perdí el conocimiento y me desperté con sangre en toda la cara y el vómito me salía de la boca. Por algún milagro me desperté y me limpié. Subí al coche, temblando, y conduje hasta la casa de mis padres. Me metí en la cama con mi madre y me puse a llorar.
“Para cuando tenía veintiún años, inicié mi primer programa de rehabilitación”. —Diana
“Empecé a beber a la edad de quince años. Luego avancé hacia el Éxtasis, anfetaminas, cocaína y LSD.
“Era difícil para mí conservar un trabajo y me deprimí y pensé que nunca podría superar mi obsesión por las drogas. Intenté suicidarme dos veces con una sobredosis de pastillas. Me pusieron al cuidado de psiquiatras que incluso me dieron más drogas, antidepresivos y tranquilizantes, que sólo empeoraron las cosas.
“Como válvula de escape para mis sentimientos, empecé a dañarme a mí mismo, comencé a cortarme y quemarme”. —Justin
“Empecé a frecuentar clubes de striptease, casinos, me volví muy promiscuo visitando un burdel tras otro y pronto conocí otras drogas. “Había perdido mi herencia y tuve que mudarme a un edificio donde vendían crack y donde permanecí un año viendo morir a la gente, perdiendo mi negocio y convirtiéndome en ladrón.
“Fui arrestado en noviembre de 2003 por intento de secuestro y fui a prisión. Había herido y perdido a todos mis seres queridos y fui repudiado. Terminé sin hogar, en la calle, viviendo y durmiendo en una caja de cartón cerca de la estación del tren, mendigando y luchando por encontrar la forma de conseguir mi siguiente comida”. —Fernando
“El día después de mi consumo de LSD, me llené de ansiedad y depresión extrema. Después de mi primer viaje con LSD, lo consumía frecuentemente, hasta cuatro o cinco veces a la semana durante un período prolongado. Cada vez que tomaba la droga, mentalmente me iba a la deriva más y más fuera de la realidad. El resultado era que ya no podía sentirme normal, como yo misma”. —Andrea
“La droga venía en un pequeño pedazo de papel no mayor que mi dedo índice, llamado secante. Quince minutos después de ponerme el papel en la lengua todo el cuerpo se me calentó y empecé a sudar.
“Otras reacciones que experimenté mientras tomaba la droga incluían pupilas dilatadas, náusea y piel de gallina. Mientras estaba drogada con LSD sentía como si hubiera una enorme distorsión en mi cuerpo y en mi mente. Los cambios visuales, al igual que los extremos cambios de humor eran como un extraño viaje de terror, uno en el que sentía que no tenía control de mi cuerpo ni de mi mente”. —Edith
“Me gustaba andar varios días de juerga. Con el tiempo había perdido mucho peso, parecía como un muerto viviente y era una vergüenza para todos los que me amaban”. —Tom
“A los trece años de edad tomé mi primer trago, y poco después empecé con la marihuana. Entonces el LSD rápidamente cayó en mis manos y me convertí en adicta, consumiéndolo como si fuera un dulce.
“Una noche durante una de mis juergas perdí el conocimiento y me desperté con sangre en toda la cara y el vómito me salía de la boca. Por algún milagro me desperté y me limpié. Subí al coche, temblando, y conduje hasta la casa de mis padres. Me metí en la cama con mi madre y me puse a llorar.
“Para cuando tenía veintiún años, inicié mi primer programa de rehabilitación”. —Diana
“Empecé a beber a la edad de quince años. Luego avancé hacia el Éxtasis, anfetaminas, cocaína y LSD.
“Era difícil para mí conservar un trabajo y me deprimí y pensé que nunca podría superar mi obsesión por las drogas. Intenté suicidarme dos veces con una sobredosis de pastillas. Me pusieron al cuidado de psiquiatras que incluso me dieron más drogas, antidepresivos y tranquilizantes, que sólo empeoraron las cosas.
“Como válvula de escape para mis sentimientos, empecé a dañarme a mí mismo, comencé a cortarme y quemarme”. —Justin
“Empecé a frecuentar clubes de striptease, casinos, me volví muy promiscuo visitando un burdel tras otro y pronto conocí otras drogas. “Había perdido mi herencia y tuve que mudarme a un edificio donde vendían crack y donde permanecí un año viendo morir a la gente, perdiendo mi negocio y convirtiéndome en ladrón.
“Fui arrestado en noviembre de 2003 por intento de secuestro y fui a prisión. Había herido y perdido a todos mis seres queridos y fui repudiado. Terminé sin hogar, en la calle, viviendo y durmiendo en una caja de cartón cerca de la estación del tren, mendigando y luchando por encontrar la forma de conseguir mi siguiente comida”. —Fernando
“El día después de mi consumo de LSD, me llené de ansiedad y depresión extrema. Después de mi primer viaje con LSD, lo consumía frecuentemente, hasta cuatro o cinco veces a la semana durante un período prolongado. Cada vez que tomaba la droga, mentalmente me iba a la deriva más y más fuera de la realidad. El resultado era que ya no podía sentirme normal, como yo misma”. —Andrea
ABUSO DE DROGAS DE PRESCRIPCIÓN MÉDICA
“He tenido dos sobredosis de pastillas recetadas (Zyprexa) y un amigo cercano murió por el mismo fármaco… No hay peor sensación que la de saber que tu amigo ha muerto porque le diste unas pastillas de las que conocías relativamente poco”. —Linda
“Me di cuenta de que estaba utilizando de manera regular más Xanax. Me tomé un tiempo, fuera de mi trabajo, para poder salir de esto. Sin el conocimiento de que era ‘adicto’, me salí de ello, paré en seco: estuve en cama por cuatro días y noches. No dormí ni comí. Vomitaba. Tuve alucinaciones. Al tercer día sin Xanax, empecé con falta de coordinación y a sentirme trastornado y golpeándome con las cosas....Como al cuarto día ya me preocupé seriamente cuando empecé a tener temblores por todo el cuerpo”. —Patrick
“Un ‘amigo’ mío me enganchó en Oxys. Empecé con pastillas de 40 mg y después de un par de meses llegué hasta los 60 mgs. En este punto ya era muy adicta y comencé a masticar para bajarlas más rápido. Tenía que tomarme una por la mañana o me ponía enferma. Tenía que tomarme otra antes del mediodía. Luego un par más por la tarde y la noche. Sabía que estaba enganchada, porque tenía que tomarlas para poder funcionar. Me sentía fatal sin ellas. No sólo físicamente, sino que no podía hacer frente a las personas o la vida sin ellas. Luego pasé a 80 mgs y mi mundo se vino abajo. Empecé a robar a todo aquel que conocía para satisfacer mi vicio…”. —Charleen
“Siento como si mi cerebro me estuviera gritando para obtener más de estas pastillas, los sentimientos que tengo sin ellas son demasiado insoportables… Necesito más ayuda para pasar a través de esta retirada de Effexor. Estoy tan deprimida que he comenzado a hacerme cortadas en los brazos, y ni siquiera estoy segura de por qué. También tengo alucinaciones cada pocas horas y veo cosas; hoy por ejemplo he visto sangre goteando por mi pared”. —Renee
“Comencé a sangrar. Me sentía enfermo....Mi cuerpo comenzó a sentirse débil....“Me daba todo igual porque estaba obsesionado con el uso de…Sólo me importaba ‘dar un viaje’…Pensé que podría utilizar Coricidin sólo por diversión, que no importaba. Nunca pensé que me engancharía…Nunca podré recuperar todo ese tiempo. Si pudiera borrarlo y hacerlo desaparecer, lo haría”. —Charlie
“Me doy cuenta que mi interés y la dependencia resultante al ‘speed’ comenzó cuando se me recetó Ritalin...Al principio era todos los fines de semana, luego era todos los días. Llegué al punto en el que en tres ocasiones robé mi prescripción completa y mentí respecto a haberla recibido en primer lugar...Mi primera parranda fue un evento largo de tres días donde experimenté todos los efectos de falta de sueño.
“Comencé a tener alucinaciones de aves volando sobre mi cabeza, sensaciones de que había gente en el mismo cuarto cuando yo estaba solo, y principios de paranoia. Utilicé la receta completa de Dexedrine [de mi amigo] en una semana. Luego volví al Ritalin y de ahí continué....
“No recuerdo mucho lo que pasó el último año de secundaria. La gran mayoría me la pasé en el estupor de un sueño paranóico e incoherente. Pero sí recuerdo una depresión abrumante y una incapacidad para comprender exactamente la razón de por qué me estaba yendo peor que nunca en la escuela....Casi no me gradúo, y no hice planes en lo absoluto para la universidad.
“En el último minuto me inscribí en una universidad local. Fui capaz de permanecer limpio por casi 17 días antes de que la necesidad de las anfetaminas superara todo lo demás. Tan pronto comencé a usarlas de nuevo, dejé de ir a clases. Estaba demasiado deprimida como para que me importara. Asistí a clases durante una semana, y fallé miserablemente”. —Sam
“Me di cuenta de que estaba utilizando de manera regular más Xanax. Me tomé un tiempo, fuera de mi trabajo, para poder salir de esto. Sin el conocimiento de que era ‘adicto’, me salí de ello, paré en seco: estuve en cama por cuatro días y noches. No dormí ni comí. Vomitaba. Tuve alucinaciones. Al tercer día sin Xanax, empecé con falta de coordinación y a sentirme trastornado y golpeándome con las cosas....Como al cuarto día ya me preocupé seriamente cuando empecé a tener temblores por todo el cuerpo”. —Patrick
“Un ‘amigo’ mío me enganchó en Oxys. Empecé con pastillas de 40 mg y después de un par de meses llegué hasta los 60 mgs. En este punto ya era muy adicta y comencé a masticar para bajarlas más rápido. Tenía que tomarme una por la mañana o me ponía enferma. Tenía que tomarme otra antes del mediodía. Luego un par más por la tarde y la noche. Sabía que estaba enganchada, porque tenía que tomarlas para poder funcionar. Me sentía fatal sin ellas. No sólo físicamente, sino que no podía hacer frente a las personas o la vida sin ellas. Luego pasé a 80 mgs y mi mundo se vino abajo. Empecé a robar a todo aquel que conocía para satisfacer mi vicio…”. —Charleen
“Siento como si mi cerebro me estuviera gritando para obtener más de estas pastillas, los sentimientos que tengo sin ellas son demasiado insoportables… Necesito más ayuda para pasar a través de esta retirada de Effexor. Estoy tan deprimida que he comenzado a hacerme cortadas en los brazos, y ni siquiera estoy segura de por qué. También tengo alucinaciones cada pocas horas y veo cosas; hoy por ejemplo he visto sangre goteando por mi pared”. —Renee
“Comencé a sangrar. Me sentía enfermo....Mi cuerpo comenzó a sentirse débil....“Me daba todo igual porque estaba obsesionado con el uso de…Sólo me importaba ‘dar un viaje’…Pensé que podría utilizar Coricidin sólo por diversión, que no importaba. Nunca pensé que me engancharía…Nunca podré recuperar todo ese tiempo. Si pudiera borrarlo y hacerlo desaparecer, lo haría”. —Charlie
“Me doy cuenta que mi interés y la dependencia resultante al ‘speed’ comenzó cuando se me recetó Ritalin...Al principio era todos los fines de semana, luego era todos los días. Llegué al punto en el que en tres ocasiones robé mi prescripción completa y mentí respecto a haberla recibido en primer lugar...Mi primera parranda fue un evento largo de tres días donde experimenté todos los efectos de falta de sueño.
“Comencé a tener alucinaciones de aves volando sobre mi cabeza, sensaciones de que había gente en el mismo cuarto cuando yo estaba solo, y principios de paranoia. Utilicé la receta completa de Dexedrine [de mi amigo] en una semana. Luego volví al Ritalin y de ahí continué....
“No recuerdo mucho lo que pasó el último año de secundaria. La gran mayoría me la pasé en el estupor de un sueño paranóico e incoherente. Pero sí recuerdo una depresión abrumante y una incapacidad para comprender exactamente la razón de por qué me estaba yendo peor que nunca en la escuela....Casi no me gradúo, y no hice planes en lo absoluto para la universidad.
“En el último minuto me inscribí en una universidad local. Fui capaz de permanecer limpio por casi 17 días antes de que la necesidad de las anfetaminas superara todo lo demás. Tan pronto comencé a usarlas de nuevo, dejé de ir a clases. Estaba demasiado deprimida como para que me importara. Asistí a clases durante una semana, y fallé miserablemente”. —Sam
ANALGÉSICOS
“A los veinte años, me volví adicto a un fármaco que me recetaron después de una operación quirúrgica. En las semanas que siguieron a la operación, además de consumir las tabletas por vía oral, el hecho de triturarlas me permitía destruir el mecanismo de absorción controlada y me podía tragar o inhalar el fármaco. (También me lo inyectaba para producirme una sensación idéntica a la de un chute de heroína) La abstinencia física produce un dolor agonizante”. —James
“Yo no creía que tenía un problema de ‘drogas’: Compraba las tabletas en la farmacia. Eso no afectaba mi trabajo. A veces me sentía un poco cansado en las mañanas, pero eso era todo. Me di cuenta de que tenía un problema cuando tomé una sobredosis de cerca de cuarenta tabletas y acabé en el hospital. Pasé doce semanas en la clínica venciendo mi adicción”. —Alex
“Desde que tengo memoria, he tenido altibajos. Me molestaba fácilmente por las cosas más insignificantes, tenía arrebatos de ira, o sentía odio hacia alguien sin ningún motivo. Durante mucho tiempo, pensé que era bipolar. Comencé a utilizar drogas en octubre del año pasado para ayudarme a resolver mis sentimientos indeseados. Pero aunque parezca increíble, ¡sólo hicieron que mis síntomas se agravaran! Ahora tenía que ocuparme de mi adicción y mis problemas emocionales”. —Thomas
“Me di cuenta después de un año que yo era adicto. Cuando decidí dejar de fumar, pasé por la retirada física, psicológica y emocional. Recordaba cuando estaba tomando las píldoras a tiempo completo (hasta cuatro al día), que podía hacer cualquier cosa. En realidad parecía mantener mi estado de ánimo estable y equilibrado. Desde que he dejado de tomar las pastillas, me siento más vivo, alerta y más capaz de caminar por la vida con confianza. No me di cuenta que me había mantenido en una ilusión o niebla con las píldoras de la falsa felicidad”. —Jason
“Yo no creía que tenía un problema de ‘drogas’: Compraba las tabletas en la farmacia. Eso no afectaba mi trabajo. A veces me sentía un poco cansado en las mañanas, pero eso era todo. Me di cuenta de que tenía un problema cuando tomé una sobredosis de cerca de cuarenta tabletas y acabé en el hospital. Pasé doce semanas en la clínica venciendo mi adicción”. —Alex
“Desde que tengo memoria, he tenido altibajos. Me molestaba fácilmente por las cosas más insignificantes, tenía arrebatos de ira, o sentía odio hacia alguien sin ningún motivo. Durante mucho tiempo, pensé que era bipolar. Comencé a utilizar drogas en octubre del año pasado para ayudarme a resolver mis sentimientos indeseados. Pero aunque parezca increíble, ¡sólo hicieron que mis síntomas se agravaran! Ahora tenía que ocuparme de mi adicción y mis problemas emocionales”. —Thomas
“Me di cuenta después de un año que yo era adicto. Cuando decidí dejar de fumar, pasé por la retirada física, psicológica y emocional. Recordaba cuando estaba tomando las píldoras a tiempo completo (hasta cuatro al día), que podía hacer cualquier cosa. En realidad parecía mantener mi estado de ánimo estable y equilibrado. Desde que he dejado de tomar las pastillas, me siento más vivo, alerta y más capaz de caminar por la vida con confianza. No me di cuenta que me había mantenido en una ilusión o niebla con las píldoras de la falsa felicidad”. —Jason
HISTORIA DE LA VIDA REAL
HISTORIAS DE LA VIDA REAL: SOBRE EL ABUSO DE DROGAS
*Gente Real - Historias Reales
*La Verdad sobre la Marihuana
*La Verdad sobre el Alcohol
*La Verdad sobre el Éxtasis
*La Verdad sobre la Cocaína
*La Verdad sobre el Crack
*La Verdad sobre la Metanfetamina de Cristal
*La Verdad sobre los Inhalantes
*La Verdad sobre la Heroína
*La Verdad sobre el LSD
*La Verdad sobre el Abuso de los Fármacos de Receta
*La Verdad sobre los Analgésicos
*La Última Palabra
*La Verdad sobre la Marihuana
*La Verdad sobre el Alcohol
*La Verdad sobre el Éxtasis
*La Verdad sobre la Cocaína
*La Verdad sobre el Crack
*La Verdad sobre la Metanfetamina de Cristal
*La Verdad sobre los Inhalantes
*La Verdad sobre la Heroína
*La Verdad sobre el LSD
*La Verdad sobre el Abuso de los Fármacos de Receta
*La Verdad sobre los Analgésicos
*La Última Palabra
HISTORIAS DE LA VIDA REAL: SOBRE EL ABUSO DE DROGAS La mejor forma de transmitir la verdad sobre las drogas es a través de las palabras de aquellos que “han estado ahí”. Al contar sus historias, pueden transmitir lo que han aprendido para que otros no vayan por el mismo camino.
“Mi meta en la vida no era vivir, era tener un ‘viaje’ de drogas. Estaba cayendo en una espiral descendente hacia un punto sin retorno. Al pasar los años, me hice adicto a la cocaína, a la marihuana y al alcohol bajo la falsa creencia de que eso me permitiría escapar de mis problemas. Las cosas simplemente empeoraron. Yo lo tenía todo, un buen trabajo, dinero, una familia amorosa, sin embargo, me sentía tan vacío en el interior. Como si no tuviera nada. Durante 20 años consumiéndola, me mantenía diciéndome a mí mismo: voy a dejarlo totalmente después de usarlo la última vez. Y nunca ocurrió. Incluso hubo momentos que había pensado en renunciar a la vida”. —John
“Comencé con la marihuana, después las pastillas (éxtasis) y el ácido, haciendo combinaciones de todos los tipos de drogas, hasta el punto de sobredosis para tener viajes más rápidos y largos. Tomé grandes cantidades de estos productos químicos cada día durante dos años hasta que tuve un mal viaje una noche y sufrí una psicosis tóxica. Recé y lloré para que este sentimiento se fuera, oía voces en mi cabeza, sentía escalofríos y no pude salir de casa durante seis meses. Me volví muy retraído y creía que todos me miraban. No podía caminar en lugares públicos. ¡Hombre! Ni siquiera podía conducir.
Acabé sin hogar y viviendo en la calle, dormía en una caja de cartón, pidiendo y luchando para encontrar la manera de conseguir mi siguiente comida”.
“Me pregunté si esto era el fondo, y creo que lo era. Mientras observaba a estas personas sin hogar, decidí que había tenido suficiente. Sí, quería las drogas, pero me di cuenta de que podría querer más la vida”. —Ben
Los 20 mitos de las drogas
Los mitos
Alcohol
Beber alcohol es bueno para el corazón y previene las enfermedades cardiovasculares: aunque algunas investigaciones han demostrado que en adultos, sobre todo varones, el consumo moderado de alcohol puede reducir el riesgo de padecer algunas dolencias coronarias, cuando el consumo aumenta lo hace también, de forma muy pronunciada, el riesgo de sufrir alguna de estas dolencias.
Tomar unas copas facilita mantener relaciones sexuales: aunque fomenta la desinhibición, el consumo abusivo de bebidas alcohólicas, lejos de favorecer las relaciones sexuales, muchas veces las dificulta o incluso las impide, provocando impotencia en el varón y otras disfunciones asociadas.
Las bebidas alcohólicas son buenas para entrar en calor: aunque el alcohol produce una sensación momentánea de calor, en poco tiempo la temperatura interior del cuerpo disminuye y se siente más frío. Por ello, en caso de embriaguez hay que abrigar al afectado y nunca darle duchas frías.
Una copa ayuda a superar el cansancio y a estar más animado: tras una sensación de bienestar pasajera, el consumo abusivo de alcohol lleva al sujeto al extremo opuesto, así que si está triste o deprimido empeorará su situación. También causa una mayor fatiga física y pérdida de fuerza.
Cocaína
Las relaciones sexuales son mejores bajo los efectos de la cocaína: el consumo de cocaína de forma continuada no sólo disminuye el deseo sexual, sino que también provoca problemas de erección y eyaculación en los varones, pudiendo llegar a ser motivo de impotencia e infertilidad.
La ‘nieve’ es una sustancia fácil de controlar: en realidad, la cocaína tiene un elevado poder adictivo, como lo demuestra el hecho de que es la sustancia que genera más demandas de tratamiento relacionadas con el consumo de drogas, seguida de la heroína y el cannabis. Tras empezar tomándola sólo en fin de semana, muchos acaban desarrollando dependencia.
La cocaína ‘da marcha’ y ayuda a sobrellevar las noches de juerga: aunque es cierto que la cocaína tiene un efecto estimulante, éste es pasajero y precede a un bajón intenso que causa decaimiento, cansancio y depresión. Lejos de favorecer la sociabilidad, su consumo abusivo provoca irritabilidad.
No pasa nada por meterse unas ‘rayas’ en los fines de semana: tomar cocaína sólo en los fines de semana y vacaciones supone un consumo de unos 100 días al año y conlleva un riesgo evidente de dependencia a largo plazo, sin olvidar que los efectos pueden dejarse sentir a lo largo de la semana.
Cannabis
No es malo fumar cannabis de vez en cuanto; al fin y al cabo tiene efectos terapéuticos: el cannabis se utiliza en medicina en casos muy concretos y de forma muy controlada, en unas condiciones que no tienen nada que ver con las de su uso recreativo. Según argumenta el Plan Nacional sobre Drogas, existen también fármacos derivados del opio “y nadie piensa que sea sano consumir heroína”.
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Fumar porros es más saludable que consumir cigarrillos: el cannabis no sólo tiene muchos de los carcinógenos del tabaco, sino que están presentes en mayor proporción. La costumbre de fumar porros sin filtro y con aspiraciones profundas incrementa además el riesgo de cáncer.
Si el cannabis se legalizara, se consumiría mucho menos: las drogas de mayor consumo son el alcohol y el tabaco, y ambas son legales. Según el Plan Nacional sobre Drogas, más que la prohibición, lo que influye en el consumo es la facilidad para conseguir una droga y su aceptación social.
Tabaco
La contaminación atmosférica es más peligrosa que el tabaco: al margen de los efectos nocivos de las emisiones a la atmósfera fruto del tráfico y la actividad industrial, el tabaco está presente en un tercio de todos los cánceres diagnosticados, por lo que hay que tener en cuenta sus riesgos.
Fumarse un cigarrillo relaja y ayuda a aliviar el estrés: el tabaco es un estimulante, por lo que difícilmente puede tener propiedades relajantes. Por ello, la sensación de alivio del fumador tras un periodo prolongado sin llevarse un cigarro a la boca se debe a la superación de los síntomas de abstinencia.
Fumar cigarrillos bajos en nicotina y alquitrán es más sano: los cigarrillos bajos en nicotina y alquitrán son menos nocivos que el resto, aunque muchas veces se fuman en mayor cantidad para alcanzar las dosis de nicotina que el organismo requiere. En este caso, son igual de perjudiciales.
Heroína
Dejar la heroína es prácticamente imposible para el adicto: en la actualidad existen varios tratamientos para superar la adicción a esta droga que resultan efectivos y pueden conseguir la suspensión del consumo de heroína en pocos meses, aunque después es necesario recuperar las zonas del cerebro dañadas.
La heroína no es peligrosa si no está adulterada: las sustancias que se emplean para adulterar este opiáceo, como la quinina, la lactosa, el almidón o incluso la estricnina, provocan importantes problemas de salud. Sin embargo, la heroína en sí misma conlleva importantes riesgos de sufrir enfermedades cardiacas, hepáticas, renales y respiratorias.
El ‘caballo’, cuando se fuma, se puede controlar mejor: la heroína provoca una fuerte dependencia, al margen de cómo se administra. Muchos se inician con esta droga fumándola, al pensar que así no crea adicción, pero al final acaban recurriendo a la inyección para obtener resultados más intensos.
Drogas de síntesis
Las drogas de síntesis no provocan problemas de dependencia: al igual que ocurre con el resto de estupefacientes, las drogas de síntesis, un amplio grupo de sustancias que se pueden presentar en forma de comprimido, polvo o líquido, presentan riesgo de dependencia emocional, psicológica y social.
El ‘cristal’ es un éxtasis de lujo que destaca por su elevada pureza: la sustancia llamada ‘cristal’, que llegó a España hace pocos años, no es siempre más pura que los comprimidos clásicos de éxtasis debido a que su forma de presentación en polvo hace más fácil que pueda ser adulterada por los traficantes.
Las ‘pastillas’ no son peligrosas si se toman sólo en fin de semana: algunos de los efectos nocivos de las drogas de síntesis, como el golpe de calor, aparecen independientemente del tiempo que se lleven consumiendo. Además, los efectos del consumo de fin de semana se prolongan durante varios días más.
Catinonas sintéticas (“sales de baño”)
El término "sales de baño" se refiere a una clase nueva de drogas que contienen una o más sustancias químicas sintéticas relacionadas con la catinona, un estimulante parecido a la anfetamina que se encuentra normalmente en la planta del khat.
Los informes de intoxicación grave y efectos adversos a la salud asociados con el uso de las sales de baño han hecho que estas drogas se conviertan en un problema grave y creciente en las áreas de salud y seguridad pública. Las catinonas sintéticas en las sales de baño pueden producir euforia y un aumento en la sociabilidad y el deseo sexual, pero algunos usuarios experimentan paranoia, agitación y delirio alucinatorio; algunos incluso muestran comportamiento psicótico y violento y se han reportado muertes en varios casos.
Sólo en el nombre
No se deben confundir los productos de catinona sintética que se comercializan como "sales de baño" para eludir la detección de las autoridades con los productos tales como las sales de Epsom que se venden para mejorar la experiencia del baño. Estos últimos no tienen propiedades psicoactivas (como las de las drogas de abuso).
Las sales de baño suelen tomar la forma de un polvo cristalino blanco o café y se venden en bolsas de plástico o paquetes de papel aluminio etiquetados como “No apto para el consumo humano”. A veces también se venden como “fertilizantes o alimento para plantas”, o más recientemente como “limpiador de joyas” o “limpiador de pantalla de teléfonos”. Se venden en el Internet y en las tiendas de parafernalia de drogas con diversos nombres como “ola de marfil”, “paloma roja”, “seda azul”, “séptimo cielo”, “cielo de vainilla”, “ola lunar” y “cara cortada” en español; y “Ivory Wave", "Bloom", "Cloud Nine", "Lunar Wave", "Vanilla Sky", "White Lightning" y “Scarface” en inglés.
Cómo se abusan las sales de baño?
Por lo general, las sales de baño se toman por vía oral, se inhalan o se inyectan. Los peores resultados suelen ocurrir cuando se inhalan o se inyectan.
¿Cómo afectan las sales de baño al cerebro?
Las catinonas sintéticas que comúnmente se encuentran en las sales de baño incluyen la 3,4 metilenedioxipirovalerona (MDPV), la mefedrona (“Drone”, “Meph” o “Meow Meow” en inglés) y la metilona, pero hay muchas más. Todavía hay mucho que no se conoce sobre cómo estas sustancias afectan al cerebro humano y las propiedades pueden variar un poco entre una y otra catinona. Químicamente se parecen a las anfetaminas (como la metanfetamina) así como a la MDMA (éxtasis).
Cuáles son otros efectos a la salud de las sales de baño?
Las sales de baño han sido vinculadas a un aumento alarmante en el número de visitas a las salas de emergencia y a los centros de control de envenenamiento en todo el país. Las reacciones que se reportan comúnmente en las personas que han requerido atención médica después de usar las sales de baño incluyen síntomas cardiacos (como latidos rápidos del corazón, presión arterial alta y dolores en el pecho) y síntomas psiquiátricos como paranoia, alucinaciones y ataques de pánico.
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